el templo de la movida
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Durante la movida el Rock-Ola fue para muchos “la gran universidad”, cada noche se congregaban personajes de todo tipo, famosos y anónimos y daban lugar a situaciones de toda índole. Desde Pedro Almodóvar en bata, zapatillas y con medias de rejilla cantando “Quiero ser mamá, quiero tener un bebé” hasta el grupo musical “Decibelios” sorprendiendo al público cuando, en un concierto en directo, sacan unos pollitos a los que decapitan manchando a las primeras filas de sangre.Fue el primer after hours de Madrid, abriendo de 7 de la tarde a 7 de la mañana y ofrecía música en directo. El problema de las drogas junto a las peleas terminan por cerrarlo, a pesar de que los dueños trataban de evitar que entrasen al local. Johnny, dueño del local Nueva Visión, abierto en 1980, cuenta cómo al entrar en Le Marquee requisaban las sustancias y las tiraban por una trampilla que daba a los sumideros madrileños.“Las ratas, enormes, se volvían locas con el chocolate, y con una papelina de caballo ya no veas”. “El problema del Rock-Ola va a ser sobre todo el porro y las píldoras. En "Le Marquee", con su evolución más underground después de la apertura del Rock-Ola, van a ser las drogas dichas más duras. Cuando decido su cierre y su redecoración, caerán de las paredes jeringuillas que los yonquis habían escondido detrás de las telas. ¡El problema de las drogas va a marcar la historia de las dos salas! Si hay algo que no cambia en sus evoluciones respectivas, es eso. Hasta nos acusarán de tráfico” (Joseph George Gonzalez, antiguo dueño del local).
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Rockers, punkies, heavy metals, macarras... el público de Rock-Ola era tan heterogéneo como la ciudad en donde se encontraba, allí ocurría todo. El cierre final sucede casualmente unido a una tragedia, la muerte de un joven rocker a manos de una banda de mods que acudían una noche a Rockola a presenciar un concierto. El asesinato sucedió en la calle, Rock-Ola no era responsable de que unas bandas odiasen a otras.
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La foto que abre el reportaje es muy llamativa, y para los más jóvenes, sorprendente: se contempla a dos tipos con un aire entre travesti y macarra con un micrófono en la mano. El más impresentable -medias de rejilla y escote con pelo en pecho- es nada más y nada menos que Pedro Almodóvar. Hace 20 años, el hoy famoso director de cine ofreció una provocativa actuación musical en el Rock-Ola. Estaba naciendo la movida madrileña, y Almodóvar fue uno de sus más originales impulsores. Y en aquella época cantaba con Fabio Macnamara Voy a ser mamá, dibujaba un cómic muy underground en una revista llamada La Luna, hacía un desfile de moda o mostraba a sus amigos los cortos que estaba rodando. Pero el tema del reportaje, que publica Rolling Stone este mes, no es Almodóvar sino Rock-Ola, un local de música, una discoteca que ha pasado a la historia por ser el templo de la movida. Se abrió en 1981 y se cerró cuatro años después. Su lugar lo ocupa hoy un supermercado. A principios de los 80 existían muchos grupos de música, de gente muy joven, que no grababa o vendía pocos discos, pero que reunía a multitud de fans cuando actuaba. Así surgió la idea de abrir esta sala de música en vivo, que se inició, precisamente, con la actuación de un grupo punki (era la época) británico. Después, Rubi y los Casinos, Mamá -un grupo de quinceañeros que lanzó su éxito Chicas de colegio- y Los Secretos, que dos décadas después vuelven a estar de actualidad: “Déjame...”. Rock-Ola era un local feo, pero en él siempre había gente famosa. Algunos de los que pasaron por allí son Loquillo, Ana Torroja, Alaska y todos sus pegamoides.., artistas, modistas, modelos.., ah, y Radio Futura, que tuvo un día negro: sólo fueron 32 personas a su actuación.
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